A D O N I S
Mi nombre es Adonis. En la antigua Grecia fui adorado como un dios del Olimpo, y como la cúspide de la belleza en un cuerpo humano masculino. A la diosa Afrodita se la consideraba, así mismo, como el máximo exponente de la belleza femenina.
Pero no soy ningún dios, así como tampoco lo fueron Zeus, Afrodita, Hércules, Atenea o Apolo. Fui un hombre, común y corriente, pero a causa de mi belleza física fui tan admirado por las mujeres, que la fama que me dieron me elevó a los altares de los dioses griegos.
Como todos ustedes sabrán ya, únicamente existe un solo Dios, y los ‘dioses’ o semidioses, como los llaman algunos, no han sido sino seres humanos, hombres y mujeres, que destacaron por alguna hazaña o proeza en un pasado lejano, y los seres humanos fueron creando leyendas sobre ellos, dotándolos de fuerzas o poderes sobrenaturales.
En verdad que la imaginación del hombre no tiene límites.
A los antiguos pobladores de Grecia les obsesionaba la belleza física, lo cual puede corroborarse viendo las pinturas y sobre todo las esculturas de los artistas de la época, que reflejaban en esos cuerpos masculinos y femeninos de complexión perfecta el máximo concepto de belleza que cada uno de ellos era capaz de concebir y de reproducir.
Cada alma puede elegir el tipo de cuerpo que ostentará cuando nazca en la Tierra , siendo éste el que más se adopte al tipo de vivencias que deberá experimentar esa alma en su periplo por la vida material.
Entonces ustedes dirán: “Si eso fuese así, todo el mundo elegiría un cuerpo físico con una belleza incomparable, ya sea como hombre o como mujer”. Pues eso no es así, porque la gente hermosa tiene también otro tipo de problemas debido a su belleza física, diferentes a aquellos que no han sido tan agraciados en su apariencia; y si no, que se lo pregunten a cualquiera que, como yo, tuvieron o tienen en estos momentos un cuerpo bello.
Un hombre o una mujer con un físico más común, pasará más desapercibido, y su imperfección física le obligará a esmerarse más en una preparación más intelectual, o artística, o artesanal. Por el contrario, el desencanto de una persona hermosa cuando pierde su belleza con el paso de los años, puede hundirlo en la más profunda de las depresiones, por creer que ha perdido su poder de atracción hacia los demás.
En los tiempos actuales, el mundo del cine, la televisión, la música o las pasarelas de moda están repletos de casos así.
Mi consejo es, pues, y para eso he venido, que no se desanimen si son poco agraciados físicamente, en una palabra, ¡si son feos!, porque no pasarán por muchas pruebas y tantos insabores por los que hemos pasado los guapos y guapas de la historia. Y para los que son guapos o muy guapos, mi comentario para ustedes es que tengan en cuenta que habrá momentos de auge y euforia, y otros momentos de tristeza y decepción; pero no centren su atención exclusivamente en su belleza física.
Recuerden, unos y otros, que su esencia es espiritual, que el físico que tengan es sólo su carcasa exterior, y que lo verdaderamente importante es su interior. La belleza interior es la más importante, ¡mucho más que la belleza exterior!
Tengan en cuenta eso a la hora de poner los ojos en la que será su pareja, miren más en su interior, en sus valores, sus metas, en su forma de pensar, y no valoren sólo su belleza o fealdad físicas. ¡Sobre todo las jovencitas y los jovencitos!
Un saludo a todos los que lean esto, y mi agradecimiento al canal que ha recogido mis pensamientos, para hacérselos llegar a ustedes.
Adonis
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