E L M O R Y A
El que habla, no sabe, y el que sabe, no habla.
Silenciosamente, sigilosamente, sin hacer alardes ni buscar la gloria, el adepto realiza su labor, con la mente siempre puesta en ayudar a progresar a sus hermanos menos evolucionados. Sabe que su trabajo lo está compartiendo con otros Maestros iniciados y la colaboración de muchos discípulos y aspirantes a la Sabiduría ; pero que no obstante es el único ser en el Universo al que el Creador ha elegido para llevar a cabo esa misión. De manera que la lleva a cabo con esmero, entrega y total dedicación.
El que habla, no sabe, y el que sabe, no habla. Actúa siempre desde el silencio de su Presencia Interior, que se manifiesta en el plano físico a través de su acción dedicada. Jamás hace daño a nadie, al menos deliberadamente, y no se preocupa ya de sí mismo, si no es únicamente por mantener su vehículo físico en buenas condiciones, ya viva en un cuerpo temporal, o en uno que encarnó desde el nacimiento.
Puede estar sin comer días enteros, o sin dormir noches enteras, si la causa así lo exige; pero lo hace sin quejarse jamás, siendo extremadamente feliz por la oportunidad que Dios le da de servirlo a Él en Su Plan Divino.
¡Bendito es en verdad el suelo que sus pies pisan, porque es ciertamente el Aliento del Señor recubierto de una forma mortal!
Fuente: Maestro El Morya
Canal: Kris Won
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